Fue pensando en Cocó Chanel...
- sofizermoglio
- Aug 13
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Es que había visto la película “Coco before Chanel”, sí, esa en la que trabaja la francesa simpática de Amélie, Audrey Tautou.
Me dejó pensando en mujeres inspiradoras. Heroínas que, en su silencioso andar, han generado tanto ruido que son imposibles de olvidar.
Esas que no aparecen cada dos por tres. Son únicas, especiales, inolvidables.
Las que se destacan por sus ideas, por su creatividad, por su humanidad, por su bondad, las que se salen del molde y marcan el camino a las demás.
Pensé en todas esas otras que no han tenido a nadie que les haga una nota en el diario o alguna revista y, sin embargo, han hecho mucho y no han necesitado ningún reconocimiento. Así, igualitas a mi mamá.
Imágenes que llenan mi cabeza de ejemplos de ese “sexo débil” que, a lo largo de mi vida, han inflado este corazón orgulloso, han hecho que me sienta identificada y, en tantas otras
ocasiones, inspirada.
Yo miré a Coco Chanel y pensé en mi mamá. No, ella no era francesa, pero de origen vasco-francés... No creo que sea lo mismo, ¿no?
No era buena cosiendo; me acuerdo de que hace como veinte años me hizo un short rojo con florcitas azules que usé durante años porque lo amaba. Pero se dio cuenta de que la costura no era su camino, pero sí el diseñar, y consiguió otras señoras más duchas para la costura, que se encargaron de dar forma a sus creaciones.
Mi mamá está hecha entera de ideas, esas que fluyen sin parar.
Mi mamá está hecha de algodón de azúcar. Las palabras de su boca salían sin lastimar y sus anteojos eran el prisma mágico que veía en todo lo mejor de cada uno.
Morocha, con unos ojos gitanos del color de un mar templado y un corazón tan, pero tan grande, que había lugar para cuidar a todo el que estaba cerca de ti.
Siempre fue una gran mamá, e incluso, con su nido vacío, persiguió atenta el vuelo de sus niños.
Ella estaba. Ella está. Siempre estará. ¿No es eso lo que hacen las madres?
En cada renglón, en cada letra, en cada sentimiento, ella está acá.
Lazos de amor que se mezclan.
Lazos de unión que se estrechan.
Se me estruja el corazón de recuerdos mezclados y sinceros. Me llené de necesidad de expresarme y de contarte que estás tan acá, aunque estés tan allá.
Abrí mi placar y pensé en mi Coco Chanel personal: en cada rincón estás vos, mamá, que además de criar tus pollitos, deberías haber sido diseñadora, estilista, "fashionista" o productora de modas. Eras el conjunto de ideas geniales que explotan.
Eras luz y originalidad; eras tan especial. De hecho, en el recuerdo, me doy cuenta de que lo sigues siendo.
Estás en cada uno de los tejidos que me has mandado, en cada uno de tus diseños, en cada accesorio, en cada recomendación que diste. En los aros gitanos que te caracterizaron, en los collares, en los colores, en tu perfume, en la personalidad que me enseñaste a buscar, en la dulzura que me recuerda tu hablar, en tu tiempo por siempre convertido en mamá.
La belleza para vos venía del alma y de la seguridad. De la fuerza de la mujer, no de las bondades físicas. Levantar la cabeza y brillar... no hay que tener sangre azul para ser de la nobleza.
Eras la primera a quien recurría en esos días tristes que dan ganas de llorar, y la primera con la que gritaba de felicidad. Eras la que me escuchaba, la que está tan allá y, a la vez, tan acá.
Fuiste la primera en demostrarme que no hay “sexo débil” más fuerte que el de una mamá.
Lleno mi alma de recuerdos que me acercan a vos.
Has sido ejemplo, has sido amiga, has sido mi compañera, mi Coco Chanel, mi diseñadora personal, pero ante todo, siempre has sido mi mamá.
Feliz cumple, mi morocha con ojos color del cielo, ese mismo cielo desde el que hoy me cuidas. Feliz cumple, hermosa mamá.
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