top of page

Sí, definitivamente, somos lo que comemos

La salud no se hereda, se construye cada día. No lo dice nadie extraordinario, sino que es un pensamiento recurrente, propio.


He vivido en carne propia cómo la alimentación puede ser tanto nuestra mayor debilidad como nuestra más poderosa herramienta de transformación. Porque sí, somos lo que comemos, pero también somos lo que elegimos sanar, nutrir y enseñar a nuestros hijos.


Una vida que se reconstruye desde la cocina

Después de pasar por momentos difíciles —física y emocionalmente— entendí que no podía controlar todo, pero sí podía empezar por algo tan simple y profundo como mi alimentación. Lo que antes era automático se volvió consciente. Lo que antes era dieta, se transformó en estilo de vida.

Desde entonces, mi cocina se convirtió en un espacio de sanación. Cada ingrediente tiene un propósito: los antioxidantes que regeneran, las grasas buenas que protegen, los colores que aportan alegría y los aromas que reconectan con lo esencial.


Decir que “somos lo que comemos” no es solo una frase bonita o simplista: es una invitación a asumir que la alimentación importa, y que nuestras elecciones diarias —aunque puedan parecer pequeñas— tienen impacto real en nuestra salud.

Claro que no todo depende de lo que comemos: la genética, el entorno, el estilo de vida, la contaminación, los microorganismos también juegan su parte. Pero lo que sí podemos controlar es nuestra dieta, y eso ya es una gran ventaja.


Por ello, cambiar un poco lo que ponemos en el plato —hacia más colores, más alimentos frescos, más grasas saludables, menos productos ultraprocesados— puede marcar la diferencia. Y con el tiempo no solo se trata de “estar delgado” o “verse bien”, sino de funcionar mejor, sentirse mejor, y ganar calidad de vida.



Somos lo que comemos: una mirada consciente a nuestra alimentación


Vivimos en una época en la que estamos cada vez más rodeados de mensajes que vinculan la alimentación con el bienestar, la juventud, la energía y la salud. Pero más allá de la estética o la moda nutricional, la frase “somos lo que comemos” adquiere un peso real cuando entendemos que nuestra dieta cotidiana influye profundamente no sólo en nuestro peso, sino en la inflamación, el sistema inmunitario, el funcionamiento cerebral, la fertilidad e incluso nuestro estado de ánimo.

La idea central es sencilla: aunque no podemos controlar todos los factores de riesgo (genética, contaminación, microorganismos), sí podemos influir directamente en uno de los pilares básicos de nuestra salud: la alimentación.


Pero, ¿qué significa “somos lo que comemos”?


Cuando afirmamos que somos lo que comemos, estamos diciendo varias cosas a la vez:

  • Que los alimentos que elegimos suministran los nutrientes que nuestro organismo necesita para funcionar correctamente.

  • Que una dieta desequilibrada o deficiente puede contribuir al desarrollo de enfermedades no solo ligadas al peso, sino también a la inflamación, artrosis, asma, hipertensión, etc.

  • Que una buena alimentación es una oportunidad activa de mejorar la calidad de vida: sentirnos con más energía, más fuertes, con mejor resistencia frente a las enfermedades, y con mejor capacidad de regeneración.

Una dieta variada, rica en antioxidantes y grasas saludables (como el omega-3), puede ayudarnos a reducir la inflamación, prevenir dolores de cabeza o ataques de asma, mejorar la fertilidad o fortalecer el sistema inmunológico.


Comer bien no es complicarse, es volver a lo simple

En mis sesiones como health coach siempre repito: comer bien no es una meta lejana, es una práctica diaria. Y no se trata de hacerlo perfecto, sino de hacerlo con conciencia.

  1. Varía tu dieta: Experimenta con nuevos sabores, texturas y colores.

  2. Elige alimentos reales: Menos etiquetas, más naturaleza.

  3. Escucha tu cuerpo: No todos necesitamos lo mismo.

  4. Hazlo con amor: Cocinar para ti o tu familia también es un acto de autocuidado.



Los dos ejes clave: antioxidantes y grasas saludables


Antioxidantes

  • Los antioxidantes se encuentran principalmente en frutas y verduras, y son los responsables de muchos de los colores vivos de estos alimentos.

  • Cuanto más intenso sea el color de la fruta o verdura —por ejemplo, morado, rojo intenso, naranja— mayor será la cantidad de antioxidantes presentes.

  • Se recomienda que al menos una parte de la fruta sea entera (y no en zumo) porque conserva mejor los nutrientes.

  • También es mejor elegir productos frescos o congelados que enlatados o muy procesados, para preservar esos antioxidantes.


Grasas saludables

  • No todas las grasas son ‘malas’. Las grasas insaturadas —como las que contienen los frutos secos o el pescado azul— son auténticamente beneficiosas.

  • Estas grasas pueden contribuir a eliminar o mitigar enfermedades importantes: artritis, hipertensión, esclerosis múltiple, asma, psoriasis, enfermedades cardiovasculares o jaquecas.

  • Por lo tanto, apostar por alimentación rica en estas grasas saludables es una decisión de salud inteligente, y no solo una cuestión estética.


¿Cómo llevarlo a la práctica? Consejos para una alimentación consciente


Basándonos en los principios anteriores, aquí tienes algunas ideas prácticas para incorporarlos en tu día a día:

  1. Varía tu dieta: No te quedes solo con un puñado de alimentos. Cuanto más diversa sea tu alimentación, más probabilidades de cubrir todos los nutrientes necesarios.

  2. Apunta a los colores: Al preparar ensaladas o platos de verduras, incluye ingredientes de distintos colores: verde, rojo, naranja, morado… Cada color implica compuestos diferentes, lo que suma variedad nutricional.

  3. Prefiere frutas enteras a jugos (zumos) industriales: Si puedes, come la fruta en su forma natural. Evita zumos muy procesados, ya que pueden perder fibra y otros nutrientes esenciales.

  4. Incluye pescado azul y frutos secos: Al menos un par de veces por semana, incorpora fuentes de omega-3 y grasas insaturadas (por ejemplo, salmón, sardinas, nueces, almendras). (Lo digo yo que no consumo ningún pescado).

  5. Procesados y enlatados, solo ocasionalmente: Estos productos pueden tener menor contenido de antioxidantes o estar más alterados, por lo que conviene que no sean la base habitual de la dieta.

  6. Combina alimentación con hábitos de vida saludable: Aunque la dieta es clave, no es lo único que importa. Genética, contaminación, descanso, actividad física… todos ellos también influyen, aunque no los podamos controlar completamente.


Beneficios para todos y todas:


La mejor herencia que podemos dejar no está en los bienes materiales, sino en los hábitos saludables. Enseñar a comer bien es enseñar a amar la vida.

  • Que el cuerpo no necesita castigo, sino comprensión.

  • Que la comida no debe ser enemiga, sino aliada.

  • Que comer saludable no es una moda, sino un acto de amor propio.

Porque cada elección en el plato puede ser una semilla de salud, energía y bienestar para ti, pero también para toda la familia.


Beneficios esperables

Al adoptar una alimentación más consciente y saludable, es posible experimentar numerosos beneficios:

  • Reducción de la inflamación crónica, lo cual mejora la salud de las articulaciones, reduce dolores o molestias persistentes.

  • Mejora en la respuesta del sistema inmunológico: estar mejor preparado frente a infecciones o procesos agudos.

  • Mejora en la fertilidad y en la salud digestiva: por ejemplo, mayor resistencia del estómago a las úlceras.

  • Un estado general de mayor energía, mejor estado de ánimo, mejor función cognitiva, sensación de bienestar.

  • En el largo plazo, menor riesgo de enfermedades crónicas (cardiovasculares, degenerativas, articulares) y posibilidad de mantener un organismo “más joven y sano”.



Ando nuevamente en una búsqueda de equilibrio diferente a la que buscaba en mis 20's/30's. Afortunadamente, soy otra, he cambiado, he vivido, he crecido y lo sigo haciendo. Ya no estoy sola, tengo un rol como educadora, formadora. Pretendo "guiar" más y "mandar" menos. Quiero hijos libres y no obedientes.

Estamos consumiendo productos animales que por 12 años no consumí. Cambiamos y eso es maravilloso. Tenemos derecho a no ser las mismas que éramos el año pasado.


Gracias por leerme, y ojalá dejaras algún comentario.

ree

Comments


bottom of page