Alguien a quien quiero mucho, acaba de recibir uno de esos diagnósticos que paralizan.
A veces es medio lógico y angustiante pensar que «cáncer» es como un boleto directo al más allá.
Pero una vez que empezamos a digerir la idea y de a poco nos vamos haciendo cargo, podemos darnos cuenta que los avances médicos nos pueden permitir pasar tiempo de calidad.
No hay nadie sobre esta tierra, sin importar raza ni color, cantidad de divisas acumuladas en el banco (o abajo del colchón), todos, absolutamente todos tendremos el mismo destino. Lo importante es tener una calidad de vida para poder, hasta el minuto final, marcharnos con la mayor dignidad posible.
Yo voy a dejarles 4 reflexiones que he incorporando a mi vida:
1- Busca una segunda opinión. Como paciente debes estar al tanto de todas las alternativas y opciones. No siempre la primera opinión es la correcta, es bueno tener otras perspectivas. Es una oportunidad de ganar en conocimientos y alternativas. Asegurarnos que ese primer diagnostico es preciso nos permitirá también conocer los requerimientos nutricionales, el plan de acción, el manejo de la enfermedad, los efectos secundarios y la importancia de la familia durante el tratamiento.
2- Encontrar los profesionales correctos. Alguien que nos hable con la verdad. Con claridad. Que se tome el tiempo para explicarnos y que a la vez tenga la empatía para escuchar. Detrás de cada diagnostico hay un ser humano.
3-Saber qué preguntas hacer. Eso significa, que antes de ir a la consulta, cuando tenemos la cabeza llena de preguntas y cuestionamientos, seamos capaces de sentarnos con lápiz y papel en mano y hacer esa interminable lista, que seguramente no vayas a encontrar respuestas exactas, pero al menos acercarnos a la naturaleza de lo que nos pasa.
4- MANTENERSE FUERTE PARA LA LUCHA.
El cuerpo de un paciente con cáncer no sólo está luchando contra la enfermedad, sino que está haciendo frente a efectos secundarios potencialmente difíciles. Cuanto más fuerte se mantenga durante el tratamiento, más preparado estará para la lucha.
Pero esa «lucha» es corporal, también mental, anímica. Es ponernos a prueba desde todos los puntos de vista imaginables.
Sí, para mí es una lucha que hay que ganar.
Y recuerden: SABER ES PODER.
Salir adelante es una gran combinación de:
Quimioterapia adecuada o radiación, tal vez se puede tener la alternativa de una cirugía. La seguridad de confiar en los especialistas.
Buscar ayuda en manejo del dolor.
Terapia física y mental.
Apoyo espiritual.
Tal vez terapias alternativas como acupuntura, algún health coach, medicina natural (de la mano con la medicina tradicional, yo siempre elijo unir, no separarlas)
Meditar… siempre recomiendo MEDITAR.
Y perdonar y perdonarnos. Aprender a buscar y entender todo lo positivo que hay en una enfermedad como esta. Porque sí tiene un lado lleno de luz. Es, cuando sabemos entenderlo, una oportunidad.
Y como siempre digo, tal vez el cuerpo se enferma pero nunca permitir que se enferme el alma.
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